Julián Escobar
201124824
Al ver las elecciones de hoy en día siempre recuerdo la frase de un candidato al senado, la cual decía “la política es de pasiones”. Nada más cierto que esto, en especial luego de ver las hojas de vida de algunos de estos políticos. Sin embargo, al verlas, no encontré alguno que fuera administrador. En los debates que asistí, sólo encontré una senadora que utilizó las palabras “Stakeholders”, “Integración vertical”, entre otras. Es pertinente entonces preguntarse ¿Cómo sería un senador de la facultad de administración en algún debate?
Primero que todo, este senador debería plantear aplicar el Taylorismo en el senado. Algunos hablan de que los trámites para las leyes, si bien regulados, toman mucho tiempo y discusiones dentro del congreso. Podría plantearse un debate entonces para llevar a la máxima eficiencia y división del trabajo dentro del congreso. Si bien esto ya existe en alguna medida, la influencia de autores como Taylor y Fayol, mejoraría la estructura en sí del senado en cuanto a eficiencia. Así, se podrá legislar desde lo racional y no desde lo pasional como pasa a veces suele pasar con lo político.
Por otro lado, se podría plantear entonces el debate entre centro y periferia para resolverlo dentro del senado. Ha habido debates sobre este tema pero no han terminado en leyes o en soluciones concretas, sino mas bien, en debates de control político. Por esto, un debate sobre las diferencias entre centro periferia debería abarcar soluciones de fondo como leyes o la creación de políticas públicas para llevar al Estado a ejercer soberanía sobre todo el territorio nacional.
Igualmente, deberá hablar de los problemas de agencia. Los problemas de agencia pueden ocurrir fácilmente, no sólo dentro de la gerencia del ejecutivo, sino en alcaldes, gobernadores e incluso concejales. El más conocido de estos es la corrupción que se da en algunas instituciones. Ya que plantear una solución a esto es difícil respecto a las formas tradicionales dentro del sector privado (i.e. dar una parte de la empresa al gerente), se deberá pensar en soluciones innovadoras para estos problemas. Desde el Estado se ha propuesto vigilar a los funcionarios desde diversas instituciones como la Contraloría o la Procuraduría, pero a veces estos mecanismos pueden fallar. Diseñar salvaguardas cuando estos fallen, sería de las mejores propuestas que deba hacer el senador. Deberá buscar que los intereses individuales no primen sobre los colectivos y entender que los mecanismos estatales y privados de control, podrían combinarse para lograr reducir los problemas de agencia.
Este punto en particular hace pensar que se debería conceder una nueva visión del Estado. Una visión desde los administrativo, donde el Estado se vea no como una entidad burocrática, derrochona e ineficiente, sino como una “corporación” que vigila a las empresas y emplea diversos mecanismos para desarrollarse y crecer. Para esto, recuerdo una frase sobre las empresas públicas la cual era: “una empresa pública no es ineficiente por ser pública, sino por su administración”. Ya que estas son la caja menor del Estado y buscan darle ingresos, es importante repensar la forma como el Estado las maneja para romper ese prejuicio que hay sobre estas.
El papel del administrador de lo público estaría ligado a todas las ramas de la administración. Ya sea finanzas si administra una empresa pública o mixta, logística si intentará minimizar costos, maximizar bienestar y administrar escenarios. Habrá otras como la de gestión de lo público para resolver dilemas de lo colectivo y la parte organizacional en negociaciones como la del proceso de paz o del fallo de la Haya para buscar soluciones gana-gana y poner a los negociadores necesarios para lograr buenos resultados.
Con estos elementos, sin duda un administrador sería un buen senador. Sin embargo, no hay ninguno a simple vista. En época de elecciones, vale la pena preguntarse porque a los administradores no les gusta la política, si tienen las herramientas para ser buenos dentro de esta. Ojalá algún día haya algún administrador en la “gallera”, tratando de mover pasiones y proponiendo tesis y dando espacio a la sana crítica.
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