Lugares donde comer, hay muchos. Propuestas gastronómicas de múltiples latitudes, incontables. Platos con diferente grado de sofisticación, existen en cantidades. Pero mezclas de conceptos que entreguen una nueva propuesta de valor para los consumidores, teniendo en cuenta lo verde, lo orgánico, lo equilibrado, lo sostenible y lo responsable, y que además se proponga generar valor de dimensiones sociales y económicas; no es algo que se encuentre con facilidad.
En medio de esa búsqueda, una hermosa mañana de Septiembre, el equipo de El RePorter tuvo la oportunidad de conversar con Juan Pablo Gómez, uno de los fundadores de Grün y estudiante de Administración en la Universidad de los Andes. Juan Pablo, junto a otros dos uniandinos, ha logrado hasta hoy combinar el emprendimiento con la responsabilidad social lo cual representa (según los expertos) un reto complejo.
Esa mañana, en medio de preguntas informales y anécdotas, Juan Pablo nos fue contando cómo después de seis meses lograron definir cuál sería su próxima ilusión: “quisimos montar un proyecto de vida con impacto social. Un proyecto donde el valor empezara siendo social y de esta manera se explotara lo económico, no al contrario”. Hasta el momento, sus palabras han ido de la mano con los hechos.
Así, Grün, que significa verde en alemán, nació como un restaurante que quería ser amigable con el medio ambiente, bueno para la sociedad en general y generador de valor para sus consumidores. Para ello, los productos que ofrece son realizados con recursos frescos; sin químicos, tales como ensaladas, sánduches o ‘toasties’, sopas, ceviches y jugos naturales. La infraestructura del local está elaborada, en su mayoría, con materiales reciclados y reutilizados. Las mesas se compraron a Crepes & Waffles, por lo que se aprovechó dicha madera. Los platos están hechos de caña de azúcar y las láminas de los toastings son biodegradables. Al utilizar empaques limpios, aumentaron los costos, pues estos son casi un 30 o 40 por ciento más caros que el icopor. Sin embargo, es complicado que todo sea biodegradable, por lo que aquello que no lo es, es apartado y recolectado por una empresa especializada en ello. De esta manera se administran los desechos que se pueden fundir y volver a utilizar en la creación de plástico.
Ante tanta novedad, nuestra curiosidad no encontró límites. De esta forma, cuando le preguntamos a Juan Pablo acerca del mercadeo en Grün, nos habló de los volantes que se reparten y que incluso estos son elaborados con papel reciclado. Hasta ahora los volantes son el medio de mercadeo de la empresa, pues no han tenido suficientes recursos para esta área, ya que la mayoría del dinero se destina a cuidar que todo sea responsable, lo que aún no se ha reflejado completamente en ventas. Sin embargo, la perseverancia sigue intacta como desde el primer momento y el propósito es que en un año se vaya consolidando la comunidad Grün, y que la gente se identifique con esa conciencia. Como explica él, la conciencia es “yo apoyo el medio ambiente, apoyo lo social, apoyo lo fresco”. Ahora bien, podríamos preguntarnos ¿con comer en Grün es suficiente?
Tal vez sí porque Grün no sólo se diferencia por el origen de sus productos. De hecho, detrás de todos estos y de los procesos para generar ventas, hay gente imprescindible que aporta con un valor increíble. Sí, así es, como mencionó Juan Pablo, “en Grün la gente estudia”. Los esfuerzos que han hecho todos sus miembros han sido admirables. La solidaridad, confianza y apoyo son valores que se comparten en cada momento. Y es que, ¿cuál fue uno de los propósitos iniciales de Grün? Pues bien, desde el principio se tenía claro que querían apoyar gente capaz, darle la oportunidad de trabajar a personas jóvenes que buscaran aprender cada día y formarse tanto laboral como académicamente. Según las palabras de Juan Pablo “uno de los trabajadores duró seis meses con nosotros, donde él se iba dos horas antes para poder cumplir con sus demás obligaciones. Era un esfuerzo no sólo nuestro sino de cultura organizacional. Los demás trabajadores decían; apoyémoslo que a nosotros nos va a tocar en el futuro.” Y no sólo eso, quizás Grün aún no puede tener una participación activa en fundaciones, pero a pesar de eso sí ha estado buscando apoyarlas. Uno de los propósitos es que en el futuro se cuente con la colaboración de Taller de Bogotá, una fundación que ofrece formación en oficios tradicionales como carpintería, gastronomía, papel artesanal y construcción, a personas que necesitan restablecer su vínculo con la sociedad y volver a creer en ellos mismos para hacer su propio camino.
Así, Grün en este momento está construyendo una organización erigida en valores sociales y ambientales. Es claro que no ha sido una tarea fácil y que quizás muchos aspectos aún deben tomarse en consideración, pero lo que sí es claro es que los valores y la cultura organizacional con los que ha sido construida Grün son inamovibles. Su visión será lograr que el cliente sienta y entienda que al entrar a Grün, no sólo está llegando a un restaurante común y corriente, sino que también está involucrándose en una nueva visión del mercado, donde éste sirve como eje movilizador de promesas social y ambientalmente responsables.
Por: Andrea Ximena Rueda
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